domingo, 6 de marzo de 2016

LA PUERTA DE EUROPA I

Frank se coloca la corbata roja ante el espejo:
Din-don.
Alza la vista: el 14 se ilumina. El ascensor frena con suavidad, las puertas correderas dejan pasar a una joven obesa que planta su tipi en medio de la plataforma.
Un chirrido de muelles le recuerda que el de mantenimiento lleva un mes prometiendo que se pasará.
–¿Piso? -pregunta con voz neutra.
–Trece -responde con acento de mecanógrafa.
–Estamos subiendo… -se fija en el estampado de su vestido holgado donde un imperdible se clava pudoroso y muestra la credencial con su nombre-, señorita Rivendel.
–Esperaré -resopla afirmando sus columnas de Hércules.
Con gesto de indiferencia se asoma, pulsa el cierre. A 4 metros por segundo tarda 1’25 en llegar al siguiente piso:
Din-don.
Un 15 rojo destella. Se abren.
–Subimos -le dice a nadie.
Cierra.